domingo, 19 de octubre de 2008

Desarrollo Sustentable










Diversidad Biologica

Es la variabilidad entre los organismos vivos de todas las fuentes, incluidos los ecosistemas terrestres y acuáticos y los ecosistemas de los cuales forman parte. Incluyen la diversidad dentro de las especies, entre las especies y en los ecosistemas. La diversidad es la clave para asegurar la continuidad de la vida en la Tierra. Es también un requisito fundamental para la adaptación, la supervivencia y la evolución continua de las especies. La diversidad biológica, que constituye la base de la existencia humana, no alude sólo a la suma de ecosistemas, especies y genes sino que abarca y comprende la variabilidad dentro y entre ellos.
Dado que la naturaleza puede ser entendida como una red de sistemas o de “todos” los sistemas vivos imbricados en múltiples niveles jerárquicos, la desaparición o pérdida de uno de estos sistemas, implica la variación de parte de la jerarquía que éstos comprendan o de la cual hagan parte. Cada uno de esos niveles se caracteriza por tener una diversidad estructural, funcional y de composición, los cuales se manifiestan en forma simultánea cuando vemos un individuo; son todos estos niveles contenidos en él los que se mueven a través del espacio y el tiempo constituyendo una deliberada explosión incesante de “vida” y derroche recreativo pero sin perder la memoria, esto es, que por sofisticada o “mestiza” que sea la forma, nunca se pierde la memoria de los escalones anteriores, o, lo que es lo mismo, no se pierde ni un sólo instante del tiempo recreado, es decir: la biodiversidad puede ser vista como una obra de arte que se pinta y se repinta hacia el infinito (Ordoñez, 1999).
La extinción y la especiación son dos procesos naturales complementarios que ocurren simultáneamente desde que la vida hizo su aparición en la tierra. El resultado de la relación entre la tasa de especiación y la tasa de extinción es la evolución de las especies: pero si bien la extinción es un proceso natural, hoy en día debido a la intensa transformación que el hombre ejerce sobre el medio natural ha pasado a ser fundamentalmente un proceso antropogénico. El hombre lo provoca, lo decide…
Al comenzar el siglo XXI el escenario que nos aguarda, si las tendencias de transformación y degradación continúan, es el de un vasto territorio modelado por el uso humano de la tierra, con intercalaciones aquí y allá, de algunas manifestaciones naturales. Los hábitats que persistan serán solamente aquellos que permanezcan gracias a su status de “museos” o reservas naturales (actualmente, de acuerdo con el World Resource Institute (1989), aproximadamente un total del 3% de las tierras de la superficie del mundo están altamente protegidas). Se estima la eventual pérdida del 66% de especies de plantas en América Latina y que de este porcentaje de extinción corresponderá a la extinción del 14% de las familias de plantas del mundo y para el caso de la eventual extinción de las aves amazónicas esto corresponderá a la extinción del 26% de las familias de aves existentes en el mundo.
La evolución conduce a recrear, no formas puras, no formas “autonómicas,” sino formas cada vez más combinadas e inclusivas de las formas en ese momento presentes. La naturaleza no es estática ni sus formas coexisten aisladas, se desarrolla en un orden en constante transformación hacia nuevas formas pero cuya novedad consiste precisamente en una mayor aglutinación o nueva combinación de las antes divididas y simples hacia formas integrantes, mezcladas, que a su vez se sumarán a otras creando (o transformándose en) otras nuevas o, lo que es lo mismo, con más elementos o características circundantes que antes existían con su propia corporeidad pero ahora se suman para formar una nueva forma “multiplicada” bajo un organismo individual, coordinado (Ordoñez, 1999). La vida sobre la Tierra adopta diversos rostros. Las diferencias dentro de ecosistemas, especies y genes tardaron millones de años en producirse. Fueron el resultado de incalculables mutaciones y fantásticos episodios de selección natural. Cada microorganismo, animal y planta contiene entre uno y 10 millones de bits de información en su código genético… Una diversidad que no podemos siquiera imaginar.
La biodiversidad es la clave para la seguridad ambiental del ser humano a largo plazo. Ofrece al hombre muchos servicios: limpia el aire, el agua y la tierra, descompone residuos, equilibra el clima, brinda alimentos, resinas, fármacos, materiales para la construcción, fibras textiles, etcétera. Es decir, innumerables materias primas que nos alimentan, nos dan abrigo, nos mantienen sanos y nos permiten sostener nuestras múltiples actividades sobre el planeta. Una gran cantidad de especies ayuda a sostener las condiciones ambientales que nos permiten vivir sobre la Tierra, y asegura nuestra resistencia ante los cambios dañinos en el entorno.
A todo ello, el hombre ‘suma’ hoy una interesante fase de aprovechamiento: el uso de los principios activos dentro del sofisticado mundo de las biotecnologías finiseculares. Para lograrlo ha debido salir a explorar la estepa y la selva, la floresta y la tundra… guiado por quienes vienen conviviendo y utilizando sustentablemente esa biodiversidad desde tiempos ancestrales, evidenciándose así la necesidad de asegurar el mantenimiento y el desarrollo del conocimiento indígena.
Un estudio llevado a cabo hace ya cuatro años por el World Cancer Institute se obtuvieron los siguientes resultados: en los casos de bioprospección al azar se aisló una muestra promisoria (aplicable en drogas de terapia contra en cáncer) entre 10000; en tanto la proporción fue de uno a cuatro en las muesras tomadas sobre variedades conocidas por las poblaciones locales y ancestralmente usadas por ellas. Si se toma en cuenta que el pago de cada muestra fue de U$S 35, se puede inferir la importancia económica que presenta la etnobioprospección.
El hombre ha redescubierto que él mismo es parte, integra ese abanico, esa pieza musical que es la biodiversidad. Y, en esta instancia, protegerla implica respetar la diversidad cultural, incluida la diversidad de culturas, de lenguas, creencias y manifestaciones estéticas como una condición para mantener y proteger el conocimiento indígena. Reconocer los derechos de los pueblos indígenas sobre sus tierras y recursos naturales como la base del nuevo proceso de aprovechamiento tecnológico.
Las amenazas a la biodiversidad son tan múltiples como múltiples son las actividades humanas destructivas. El ser humano, ya no como especie en la escala de la naturaleza animal sino en tanto cyborg (esto es organismo capaz de crear y relacionarse a través de instrumentos), parapetado -por ello- en su poder de director de orquesta, es el mayor responsable de la pérdida de diversidad biológica, no sólo de la vegetal o microbiológica o animal, sino de la biodiversidad humana.
Además de los procesos productivos como la agricultura intensiva y la forestación industrial, la sobreexplotación de especies y la contaminación de aguas dulces, océanos, suelos y atmósfera que están agotando el patrimonio biológico, el hombre está acabando con el hombre mismo y no sólo figuradamente o a largo plazo sino con el actual exterminio de grupos étnicos y culturales a los que empobrece y asesina. Todo esto como legado de un modelo de consumo excesivo de recursos naturales y escalada de poder que sobrepasa los límites de la sustentabilidad a futuro. La pérdida de incontables formas de vida es el precio que pagamos por el progreso y el mantenimiento de un paradigma de riqueza material, que contiene su propia semilla de muerte.
El ritmo de deterioro de la biodiversidad humana es alarmante, más aún a la luz de ciertas propuestas que afirman la necesidad de limitar el crecimiento poblacional humano. Tal reversión en la curva de aumento demográfico podría llevar al empobrecemiento de la biodiversidad humana: muchos estudiosos (Cavalli Sforza, 1997), apuntando la necesidad del control de la reproducción humana, hacen hincapié sobre las poblaciones más pobres –lo cual de tener éxito- reduciría hasta la extinción (en América Latina) a numerosos grupos étnicos aborígenes, y con ellos desaparecería su cultura, su conocimiento y su diversidad biológica. Es que de todo intento de controlar la propalación del “cyborg” puede resultar, asimismo, el exterminio del “hombre”.
Organismos existentesSegún Wilson (1992. La Diversidad de la Vida), el número de organismos conocido asciende a 1.4 millones. De ellos, más de la mitad son Insectos (751000), pero estas cifras son conflictivas (ver Entomología y Biodiversidad).Las cifras de Wilson deben ser matizadas. En primer lugar el cuadro sólo recoge las especies bautizadas por la sistemática, pero no las existentes. Sobre éstas sólo pueden hacerse estimaciones, que se mueven en una horquilla que oscila entre los 100 millones de Erwin y las más moderadas de 5–10 millones de especies. En todos los casos, los especialistas consideran que la mayor parte de los organismos no descritos son artrópodos y, en concreto, insectos. Eso dejaría entre 3 y 8 millones de insectos por describir.
En segundo lugar, ni siquiera es fácil saber el número exacto de especies bautizadas por los taxónomos. La sinonimia juega en contra. Por ejemplo, se considera que se han descrito hasta la fecha unos 550000 escarabajos, de los que ‘sólo’ serían ‘buena especie’ unos 350.000. No es de extrañar que haya otras estimaciones diferentes.
La cifra de insectos conocidos que podemos aventurar asciende a algo más de 1000000 de especies.
Si la Diversidad es la característica fundamental de la Vida, los Insectos son, sin duda alguna, su mejor ejemplo.
otras definiciones:

¿QUÉ ES LA DIVERSIDAD BIOLÓGICA?

La biodiversidad es la totalidad de los genes, las especies y los ecosistemas de una región. La riqueza actual de la vida de la Tierra es el producto de cientos de millones de años de evolución histórica. A lo largo del tiempo, surgieron culturas humanas que se adaptaron al entorno local, descubriendo, usando y modificando recursos bióticos locales. Muchos ámbitos que ahora parecen “naturales” llevan la marca de milenios de habitación humana, cultivo de plantas y recolección de recursos. La biodiversidad fue modelada, además, por la domesticación e hibridación de variedades locales de cultivos y animales de cría. La biodiversidad puede dividirse en tres categorías jerarquizadas—los genes, las especies, y los ecosistemas—que describen muy diferentes aspectos de los sistemas vivientes y que los científicos miden de diferentes maneras; a saber:

DIVERSIDAD GENÉTICA


Por diversidad genética se entiende la variación de los genes dentro de especies. Esto abarca poblaciones determinadas de las misma especie (como los miles de variedades tradicionales de arroz de la India) o la variación genética de una población (que es muy elevada entre los rinocerontes de la India, por ejemplo, y muy escasa entre los chitas). Hasta hace poco, las medidas de la diversidad genética se aplicaban principalmente a las especies y poblaciones domesticadas conservadas en zoológicos o jardines botánicos, pero las técnicas se aplican cada vez más a las especies silvestres.

DIVERSIDAD DE ESPECIES


Por diversidad de especies se entiende la variedad de especies existentes en una región. Esa diversidad puede medirse de muchas maneras, y los científicos no se han puesto de acuerdo sobre cuál es el mejor método. El número de especies de una región—su “riqueza” en especies—es una medida que a menudo se utiliza, pero una medida más precisa, la “diversidad taxonómica” tiene en cuenta la estrecha relación existente entre unas especies y otras. Por ejemplo: una isla en que hay dos especies de pájaros y una especie de lagartos tiene mayor diversidad taxonómica que una isla en que hay tres especies de pájaros pero ninguna de lagartos. Por lo tanto, aun cuando haya más especies de escarabajos terrestres que de todas las otras especies combinadas, ellos no influyen sobre la diversidad de las especies, porque están relacionados muy estrechamente. Análogamente, es mucho mayor el número de las especies que viven en tierra que las que viven en el mar, pero las especies terrestres están más estrechamente vinculadas entre sí que las especies océanicas, por lo cual la
diversidad es mayor en los ecosistemas marítimos que lo que sugeriría una cuenta estricta de las especies.

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